Cuando un niño presencia o sufre un robo, muchas cosas que no puede procesar como un adulto, pasan por su cabeza. Para acompañarlo y ayudarlo a superar este hecho traumático, hay algunas herramientas que los padres debemos implementar.
Si un niño presenció un robo es fundamental que los padres hablen del hecho con él, lo escuchen y le expliquen la situación -siempre adecuando la información a la edad del niño-, de manera que pueda superarlo. En la medida que el chico logre procesar este hecho traumático ayudado por las palabras de sus papás, los fantasmas y miedos irán desapareciendo.
¿Qué actitudes son normales en un niño luego de un hecho como este?
Luego de sufrir o presenciar un robo, pueden aparecer nuevas conductas en los chicos, como por ejemplo miedo a estar en la calle, miedos a la noche, pesadillas, miedo a estar solos, etc. También pueden aparecer otros síntomas como hacerse pis encima, no querer ir a la escuela, hacer berrinches y demás, y, dependiendo de las características del robo -si fue más o menos violento-, puede aparecer enojo. Todas formas de procesar e ir elaborando lo que pasó.
También es normal que los chicos se muestren asustados al estar en la calle si el incidente se produjo allí, o que estén pendientes de que la puerta principal de casa y las ventanas estén cerradas. Con el correr de los días o las semanas, estas reacciones irán cediendo.
¿Qué debemos hacer los padres para ayudarlo?
Ante un hecho traumático, intentando comprender lo que ocurrió, los chicos suelen crear fantasías en sus cabecitas que pueden llegar a ser peores que la realidad. Si nadie les habla, les pregunta qué sienten y les explica cómo son las cosas, se quedan solos con estas ideas y es difícil que logren superar el hecho.
Puede suceder que los padres tengan temor o no sepan cómo encarar el tema y que por estas razones prefieran el silencio, o que crean que no hablar del tema, no darle importancia, hacer como si nada hubiera pasado ayuda a que los miedos desaparezcan y el hecho se olvide más rápido. Sin embargo, estas actitudes son contraproducentes, porque si los chicos perciben que a los padres les cuesta hablar del tema, ven que se ponen nerviosos al hacerlo o no reciben más que evasivas al preguntar es probable que se guarden todas las dudas y su angustia crezca.
Hablar con ellos, calmarlos, explicarles las medidas de seguridad que se tomarán a partir de ahora, preguntarles qué vieron, qué escucharon, cómo se sienten y qué piensan que pasó, respondiendo con calma, sin dar información excesiva, por encima de lo que sean capaces de entender, son todas formas de ayudarlos a superar sus miedos. Porque los chicos entienden lo que pasó y si se los acompaña bien van procesándolo de acuerdo a su nivel de desarrollo.
Por eso, es fundamental decir la verdad adecuándola a la edad del chico, con frases como por ejemplo: “Hay gente que roba o saca cosas que no son suyas o que lastima a otras personas, eso no está bien. La policía está intentando encontrar al que robó. Mamá y papá te van a cuidar, pusimos estas rejas para que nadie pueda volver a entrar».
Si a pesar de estas intervenciones de los padres los síntomas como pesadillas, miedos, no querer salir a la calle, problemas en la escuela, angustia, etc. persisten en el tiempo o se agravan, es necesario hacer una consulta a un psicólogo infantil para que pueda evaluar la situación y ayudar al niño.
Asesoró: Lic. María Paula Gerardi, psicóloga infantil
Fuente: Planeta Mamá