¿Qué pasa cuando vemos que otro adulto reta a nuestro hijo? ¿Cómo actuar en estos casos? ¿Está bien permitirlo?

Ver que una persona le pone límites a nuestro hijo puede resultarnos molesto y generar sentimientos contradictorios. ¿Hay que permitir que esto suceda? ¿Los padres son los únicos que pueden ponerle límites a un niño?

Permitir que otra persona le ponga límites a un hijo, lo “rete” o lo “regañe”, es una decisión personal y familiar.

Los padres pueden ir estableciendo sus propias reglas con familiares o conocidos en base a sus deseos y a los roles que le corresponden a cada uno (tíos, abuelos, papás de compañeritos del jardín, etc.) cuando comparten tiempo con sus hijos; en todo caso, lo importante es evitar que los padres sean desautorizados frente a los chicos.

Distinto es el caso de las personas que se quedan al cuidado de los hijos cuando los padres no están, porque parte de la tarea de cuidar implica poner límites, y cada persona tiene un estilo particular de hacerlo. Uno puedo estar de acuerdo o no en la manera de implementarlo, pero que los chicos conozcan distintas formas, siempre y cuando no sean agresivas, es bueno y también puede ser enriquecedor para los propios padres.

En caso de que los padres no se sientan cómodos con la manera en que otro adulto le pone límites a su hijo lo ideal es conversarlo, hablar de su postura para llegar a un acuerdo juntos, siempre pensando en los más chicos. 

Por ejemplo, si vemos que un familiar reta a nuestro hijo de mala manera podemos intervenir con calma en el momento, evitando el conflicto y las discusiones y explicándole al niño por qué lo retaron, luego, podemos hablar aparte con el adulto para expresarle nuestra postura al respecto. Así evitaremos futuras situaciones similares o enojos por no haberlo hablado en su momento.

Si vemos que el niño se quedó angustiado por la situación o presenció una discusión entre adultos por este tema, es importante poner en palabras algo de lo que está pasando y aclarar la situación. Podemos decirle, por ejemplo, «estás asustado porque el tío te hablo muy fuerte, no te preocupes, mamá va a hablar con él», o “papá y el tío discutieron, es un tema de adultos y lo vamos a resolver los grandes”, etc.

La clave es, entonces, dejar en claro nuestra posición al respecto, que nuestro hijo también sepa lo que pensamos y siempre hablar ante aquellas situaciones que puedan provocarle malestar a los chicos.


Asesoró: Lic. María Paula Gerardi, psicóloga,
especialista en infancia, crianza y orientación a padres

Fuente: Planeta Mamá