Acompañado a los chicos para que transiten sus emociones saludablemente
Existen cuatro emociones básicas o primarias: Miedo, tristeza, rabia y alegría. Cada una tiene funciones específicas y diversas formas de expresión, por lo tanto no hay emociones buenas ni malas ya que todas cumplen un papel adaptativo y necesario tanto a nivel individual como a nivel de la evolución de la especie.
A nivel cultural podemos observar que venimos de varias generaciones en las que no se nos enseñó a validar las emociones y por el contrario la tendencia apuntaba a rechazarlas, evitarlas o juzgarlas negativamente. A su vez todos tenemos una historia particular en relación al manejo de las emociones que viene de nuestra familia de origen.
Es importante empezar a hacer eje en la importancia de reconocer que cada emoción tiene un sentido, una función, poder aceptarla y encontrar vías saludables de expresarla ya que si reprimimos o negamos la emoción esta sigue presente y se manifiesta por medio de diversos síntomas.
No hablamos de emociones buenas o malas sino de emociones agradables o desagradables. Son nuestras amigas no nuestras enemigas. Si nos permitimos recibirlas, conectarnos con ellas, reconocerlas y aceptarlas con afecto pueden cumplir su función y luego irse.
Esto implica poder reconocer, sentir y aceptar lo que estamos sintiendo en cada momento amorosamente, sin querer modificarlo, sin negarlo, sin evitarlo, sin hacer fuerza para que se vaya, sin aferrarnos y sin juzgarlo.
Es importante que como padres podamos iniciar el camino de conectarnos primero con nuestras propias emociones, tomar conciencia de como nos vinculamos con ellas y que genera en nosotros las emociones nuestros hijos.
Muchas veces vemos en los chicos un espejo de nosotros mismos, por lo tanto ver a un niño asustado puede remitirnos, por ejemplo, a las propias escenas de miedo o tristeza en la infancia, un niño en medio de un berrinche puede conectarnos con nuestros desbordes de ira o con nuestro temor a expresar el enojo.
Por lo tanto este proceso del adulto suele ser complejo ya que es doble, acompañar al niño y a la vez revisar el vínculo con las propias emociones y encontrar nuevos recursos para expresarlas saludablemente en la actualidad. También implica una re conexión con las propias historias sobre como los adultos (padres, abuelos, maestro, vecinos, profesionales, etc.) nos acompañaron o no de niños en el manejo de sus emociones.
En los próximos articulo iremos viendo cual es la función de cada emoción y diversos recursos para poder identificarlas y transitarlas saludablemente.
Notas relacionadas
- Los límites ¿se ponen o se construyen?
- Los berrinches de los dos y tres años
- Los límites y los berrinches
- ¿Cómo ayudar a nuestros hijos a identificar y manejar sus emociones?
- El frasco de la calma: ¿ cómo utilizarlo saludablemente ?
- Lenguaje: la comunicación verbal y no verbal. La importancia de las palabras.
Lic. M. Paula Gerardi
Psicóloga especialista en infancia, acompañamiento en el embarazo y la crianza. Orientación a padres.
Derechos sobre este artículo registrados y reservados. La copia parcial o total de este artículo puede ser sancionada.